Esas preciosas piedras
que veo para desollar y partir en dos, las comeré
del hoyo que les haga en cuanto ellas
dejen de golpear mis ojos.

Fueron ellas tan hermosas cuando rodaban
aún, hacia los pozos; cuando estaban allí
tan útiles formando la escalera; dejándose
rosar en la plaza con su estanque de peces y tortugas
por el aire; dormidas tomando la noche en el área baldía del fraccionamiento.