El Encuadre fotográfico cuenta sus propias historias

El caprichoso y tiránico acto de encuadrar (El encuadre fotográfico cuenta sus propias historias). (Lo que no está en el encuadre existe y se mueve en un corazón romántico y en un acto heroico lo salva no olvidando/ recordando las piezas que "quedaron fuera", como entes dialogando por siempre en el otro espacio).


Sin duda, el encuadre fotográfico es fundamental para crear la imagen final (ojo, pero descartando cualquier herramienta de postproduccion especializada o de edición especifica de tal manera que nos permita cualquier alteración para tener, en el sentido de "corregida y aumentada", la imagen, ahora sí, final) pero consideremos este acto como decisivo, y mágico, si se le quiere añadir, en un momento irrepetible. Ahora, una opinión a título personal: aunque tardíamente, estamos a tiempo de renombrarlo por "enrectangular" o "enrectangulacion" o con la palabra o expresiones que bien definan la acción de encuadrar con el visor o con la pantalla de la cámara porque el formato del sensor de las cámaras digitales actuales y de el antiguo formato de la película fue y es de forma rectangular. Volviendo al tema, el encuadre fotográfico nos permite, en un reducido pero basto e infinito y controlado espacio, contar (con los justos botones y palancas) una historia distinta a la que observaron los ojos porque el encuadrar contiene pero crea en ese instante de contener en una acción discriminatoria: esto sí, esto no. Pero lo rechazado, en esencia cuenta y tiene la posibilidad de verificar lo que fue aceptado dentro del marco.

El encuadre contiene la imagen en sus límites, organizando, en complicidad de otras leyes, las asimetrías propias de la naturaleza, y según el ángulo y según la distancia y según la orientación, deviene en escenario/ paisaje para colgarlo en la galería de nuestro educado gusto y siguiendo nuestras sensaciones.